«Toda demanda , es una demanda de amor» La subjetividad en la relacion Medico – Paciente

relacion medico paciente

La relación de los profesionales de la salud (médico, psiquiatras, psicólogos, enfermeros, terapistas ocupacionales, etc.) con el paciente, constituye un pilar básico sobre el que se sostienen las prácticas dentro del ámbito de la salud, dentro del ámbito clínico. Esta relación se hallará siempre presente en todo acto profesional -dentro del ámbito clínico- como en otras áreas de la salud, y los efectos que emerjan de la misma repercutirán tanto sobre el paciente como también sobre el profesional. Dichos efectos tendrán incidencia tanto en el curso de la enfermedad del paciente como en la eficacia del tratamiento establecido. El arte de la Medicina desde siglos estuvo ligado a la capacidad de escuchar la demanda del paciente y a la calidad del vínculo que sostenía el médico con el paciente. Las demandas al médico de parte de los pacientes insatisfechos por su accionar, han crecido de forma exponencial en los últimos tiempos, precisamente cuando la formación científica de los mismos y su eficacia diagnóstica y terapéutica es muy superior a la de cualquier otra época, lo cual nos alerta de la presencia de un malestar en las prácticas dentro del ámbito de la salud, que aparece como síntoma y nos interroga acerca de sus causas. ¿Qué espera el paciente del encuentro con un profesional de la salud? Respuesta que habrá que analizar, y que abre muchos interrogantes, ya que es muy singular en cada caso. El paciente llega a una consulta por algo que lo aqueja respecto a su salud, inconscientemente llega con una demanda, que desde el Psicoanálisis podríamos decir que toda demanda es una demanda de Amor. ¿Qué significa que es una Demanda de Amor? El paciente espera encontrar en la figura del profesional al que le supone un saber, y ante quien acude por sus dolencias, sufrimientos, etc. espera quizás encontrar en la figura del profesional, a un sujeto que por sobre todo lo escuche, le preste atención, que lo aloje en tratamiento y además en algunos
casos que lo cure. Podríamos decir que el médico o profesional de la salud deberá acompañar al paciente en el trayecto de su enfermedad. Demanda de incondicionalidad, que se juega en términos de presencia-ausencia. La demanda de presencia es el llamado a que el Otro esté presente y que dé cuenta de su presencia, que dé signos de que está. Que dé una respuesta a ese llamado: «Aquí estoy». Ahora bien, ese estar, solo tiene valor, en tanto puede no estar, porque hay dos sujetos, dos personas, uno de ellos a quien se le supone un saber (el médico) y otro que, en razón de ese supuesto, se dirige al primero con una demanda de curación (el enfermo). Entendemos esta relación como una estructura dinámica, que pondrá en escena diferentes lugares. Reconoceremos el lugar del paciente, con su demanda, ¿de cura siempre? Y el lugar del médico con su deseo de curar y preservar el cuerpo del paciente. De acuerdo al modo en que estos lugares se ocupen, darán lugar a diferentes modalidades del vínculo establecido, ausencia o presencia. Desde esta mirada subjetiva, se reconoce la importancia del vínculo entre el paciente y el médico, la respuesta del médico se dirige a un sujeto que se encuentra afectado por una enfermedad, sujeto simbólico este, producto de su
historia y la cultura. Se reconoce la subjetividad tanto del paciente como del médico y los efectos que la misma tiene en todo acto médico. La subjetividad es el ámbito de la dimensión inconsciente en cada sujeto. Esta dimensión se da en la historia de cada sujeto. Por lo que habrá de brindarle una manera única, y singular de percibir la experiencia de su estar enfermo, podríamos decir “como
siente y significa lo que le pasa”. Si bien el médico dispone de un conocimiento científico no deberá olvidar este otro registro. El médico debe de poner en suspenso su teoría científica, con su saber y sus certezas, no dando por supuesto ningún saber acerca de la singularidad del sufrimiento o del síntoma del sujeto, ofreciendo una escucha amplia que no condicione la palabra del paciente. Se trata aquí, de escuchar lo distinto, lo original de cada sujeto. El lugar de la subjetividad entonces habrá de ser aquel del uno por uno, del caso por caso. Esta dimensión subjetiva inconsciente tiene que manifestarse además en la relación médico paciente a través de lo que reconocemos como el fenómeno de transferencia, que forma un eje central sobre el cual ha de girar dicha relación. La transferencia tendrá que direccionar las características del vínculo que se establezca entre el paciente y el médico, el cual se configurará de un modo singular con cada paciente y con cada médico. En este sentido hay diferentes niveles de la demanda, una que es consciente (de necesidad) para el paciente y otra que es inconsciente (de Amor). A partir de esta última habrá de manifestarse la transferencia. Se debe reconocer que el médico también es un sujeto y por ello siempre estará implicado subjetivamente en la
relación. Su propia dimensión subjetiva inconsciente también se hace presente en su práctica convirtiéndose en un motor o en un obstáculo para la toma de decisiones. Sus afectos, sus emociones, sus prejuicios, sus angustias, sus miedos, habrán de posicionarlo en un determinado lugar de respuesta frente al paciente. Por lo tanto, diremos que el fenómeno de transferencia es recíproco, y comprende tanto a la subjetividad del paciente como a la del médico. Relación que no dejará de producir efectos, más allá de que el
médico lo desconozca o lo desestime, lo tenga en cuenta o no. La transferencia habrá de ser un poderoso motor para la cura o por el contrario una dificultad que traiga aparejadas resistencias que obstaculizarán dicho proceso. La relación médico paciente habrá de caracterizarse por la coexistencia de encuentros y desencuentros entre el paciente y el médico, ausencias-presencias, como consecuencia de las diferentes subjetividades que se ponen en juego en la relación. Por ello cada relación médico paciente conformará una original y particular modalidad de vínculo único e irrepetible. En palabras de un paciente ante la pregunta de que
esperaba de un profesional de la salud, refería: «Sapiencia, honestidad y bondad», otros «Paz y tranquilidad».

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